Desde el primer momento
sentimos la desesperación
de no querer separarnos.
Pero en el largo camino
sentimos 666 veces que
una y otra vez nos perdemos.
No tenemos nada
que nos separe
pero tampoco nada
que nos protega.
El destino es el infierno
donde tú y yo somos la flama
eterna y brillante
que se consume en ella.
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